Tierra Sin Males nació en el año 2000 de la experiencia y encuentro directo con sectores empobrecidos de América Latina en Brasil. La visita que dos de sus fundadores realizamos a Minas Gerais y Mato Grosso, conviviendo con Pedro Casaldáliga en Sao Félix de Araguaia, nos permitió contagiarnos de su espíritu solidario y comprometido. Queríamos ayudar al Tercer Mundo. Descubrimos que también lo teníamos aquí, que nos estaba llegando sobre todo a través de la emigración procedente de América Latina, países del Este y África.
Tomamos el nombre de los indios Guaraní. “La Tierra-Sin-Males que la mística guaraní ha buscado secularmente… es una Tierra posible, el deber fundamental de la historia humana”, afirma Pedro. La utopía deseada por todos los movimientos sociales, culturas y religionaes, añadimos nosotros. Casaldáliga había compuesto un texto con él mismo título: “Misa de la Tierra Sin Males”, con marcado acento multicultural. Él aceptó en diciembre del 2001 la propuesta de ser nuestro Presidente de Honor.
Formamos la Asociación, tratando de ser un cauce de solidaridad, intentando sumar esfuerzos y ser una estructura jurídica que potenciara nuestros objetivos.
Descubrimos nuestra responsabilidad en la educación para la solidaridad y sensibilización social aquí, ya que en esta aldea global todos somos corresponsables de la situación de pobreza y exclusión de amplias capas de la humanidad.
En aquella época la llegada de inmigrantes extranjeros a España, y en concreto a Soria, era un fenómeno impactante que llamaba poderosamente la atención por lo novedoso y porque planteaba importantes desafíos, tanto a los que llegaban de lejanas tierras como a la sociedad de acogida. Se daban situaciones de irregularidad legal, explotación en el trabajo clandestino, problemas de vivienda, soledad, marginación, choque cultural, desconfianzas y recelos mutuos; en una palabra, importantes dificultades de adaptación e integración por parte de los que llegaban, y de comprensión y acogida por parte de la sociedad soriana.
Era totalmente inconsecuente querer ayudar al Tercer mundo de África y América Latina sin preocuparnos al mismo tiempo del Cuarto Mundo que teníamos aquí, compuesto fundamentalmente por los inmigrantes extranjeros que llegaban de aquellos lugares y de la Europa del Este.
El contacto directo día a día con los inmigrantes y la celebración de las jornadas nos permitió tomar conciencia de que aquí teníamos una gran tarea. De ahí que la educación para la solidaridad y la sensibilización social de la sociedad soriana se convirtieran ya entonces en uno de nuestros objetivos fundamentales. El motivo no es otro que seguir transmitiendo que en esta aldea global dependemos más que nunca los unos de los otros y que, por tanto, somos corresponsales de las situaciones de pobreza y exclusión que padecen amplias capas de la humanidad.